Bienvenido a ILUNION.
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Este mes ha sido el día del Alzheimer y no queríamos quedarnos sin escribir sobre ello.
A menudo nos encontramos con que en nuestro entorno es un tema recurrente, pero ¿sabemos realmente qué es?
El Alzheimer es la causa más frecuente de demencia, pero no todas las personas con demencia tienen Alzheimer. Así, es una enfermedad que se caracteriza por la pérdida de memoria, junto con otros síntomas cognitivos y conductuales. Sin embargo, éstos no son iguales en todas las personas, variando de unas a otras el momento en el que se presentan o el tiempo que tardan en agravarse.
Provoca, por tanto, un deterioro cognitivo progresivo con alteración del lenguaje, el razonamiento, la resolución de problemas y la orientación espaciotemporal, entre otros. Todo ello afecta a la autonomía de la persona y a la capacidad para desarrollar las actividades de la vida diaria.
Esto hace que a partir de determinado momento precisen de apoyo frecuente en su día a día. Y este apoyo puede venir tanto de familiares como de profesionales que acompañan a estas personas durante muchos años, que requiere una dedicación constante, siendo un esfuerzo que puede tener un alto coste y para el que las personas no siempre estamos preparadas.
Partiendo siempre de la base del buen trato, debemos tener presente el respeto a sus derechos y a su dignidad, sea cual sea la fase de su deterioro. Para ello, es recomendable tener en cuenta una serie de consejos y directrices para sobrellevar lo mejor posible la sobrecarga que significa cuidar a una persona con demencia.
Así, la comunicación se convierte en un aspecto clave a tener en cuenta, siendo importante apoyarnos del lenguaje no verbal, de manera que, a través de nuestra expresión facial y corporal puedan comprender mucho mejor lo que queremos transmitir.
En este sentido, es fundamental mirar a los ojos directamente para asegurarnos que nos está prestando atención, realizar preguntas cortas simplificando las opciones para elegir y procurar evitar las discusiones o ambientes ruidosos.
Sin embargo, el mayor problema que puede darse al atender a una persona que padece Alzheimer u otro tipo de demencia es saber cómo actuar ante reacciones agresivas, actitudes de sospecha o escapismos.
Y es que es fácil perder el control y ponernos nerviosos ante estas situaciones, llevándonos a actuar de manera que no sólo no solucionamos el problema, sino que en ocasiones lo podemos empeorar. Por ello es fundamental mantener la calma, siendo recomendable abandonar la habitación unos momentos hasta conseguir recobrarla.
Es importante recordar que la persona tiene dificultades de comprensión y razonamiento, por lo que argumentar o contradecirle no será útil. En tales casos es mejor darle la razón, cambiar el tema de conversación y buscar una distracción o actividad placentera para la persona.
De hecho, la falta de actividad está asociada con el aumento de irritabilidad y trastornos de conducta, por lo que la mejor manera de prevenir es fomentar que la persona se mantenga ocupada durante el día en distintas tareas significativas.
Encargarse de las plantas o colaborar con la preparación de comidas puede ser una buena manera de compartir tiempo haciendo algo que nos una y disfrutemos, eso sí, siempre con buen humor y mucha paciencia.
En definitiva, establecer rutinas, fomentar su autonomía todo lo posible y animarle a que participe de manera activa en las tareas diarias, son claves para conservar sus capacidades el mayor tiempo posible.
Todo ello, junto con la búsqueda de momentos que nos faciliten desconectar para cuidarnos y establecer un ambiente tranquilo, facilitarán la convivencia y nos desgastará menos.