Bienvenido a ILUNION.
Bienvenido a ILUNION.
Tenía 18 años y estaba trabajando en un taller bastante bueno pero el trabajo no me convenía, era muy sencillo. De casualidad, por un amigo, me hicieron una buena oferta para cambiar de taller. El cambio me alegró, ya que subí de categoría, me ofrecieron mucho trabajo y me apreciaban bastante.
Pasadas unas semanas, estando en mi trabajo sentado de espaldas a la puerta del taller y estando también cerca de la puerta de entrada general, noté que algunos días llegaba una señorita con pasos decididos y entrando directamente a la parte, llamémosle, independiente del taller. Por la cercanía de mi puesto podía ver parte de la persona que llegaba, pero solo desde los pies a las rodillas y las últimas veces me fui intrigando por quién nos visitaba.
Un día al sonar el timbre de la puerta, me pilló tan cerca que abrí y me encontré de frente con una joven muy atractiva pero no llamativa. Por su forma de entrar y su seguridad en dirigir sus pasos, supuse que era la misma persona que sentía entrar otras veces. Le abrí la puerta otras dos veces, pero mi visión de ella había cambiado, estaba enamorándome. Como yo no había tenido ninguna conversación con ella y sólo algún saludo, seguía sin saber quién era. Pensé en alguna clienta. La última vez que la abrí la puerta yo volví al taller y pregunté a un compañero que si sabía quién era esta joven. La respuesta fue contundente, era la hermana de la jefa. En ese momento mis ilusiones siguieron trabajando en mis pensamientos.
Fueron pasando los días y no veía salida. Hasta que un sábado se quedó la puerta del taller entreabierta a través de la cual sentí una conversación telefónica que venía del despacho. La que hablaba era la jefa y por lo que deduje, la otra persona era su hermana. Estaban citándose para esa tarde ir de compras y la hora que fijaron era las 4 de la tarde. Como los sábados por la tarde no se trabajaba, ahí empezó mi cerebro a trabajar. Cuando salí para ir a comer al mediodía, fui rápidamente a arreglarme para hacer lo que había pensado.
Sabiendo que ella tendría que atravesar una plaza muy cercana para llegar a casa de su hermana, yo me puse a esperar en la calle por la que tendría que pasar después. Al verla venir empecé a cruzar la plaza y yo salí a su encuentro como si de una cosa casual tratase. La paré porque me puse delante a saludarla y preguntarla cómo a esas horas estaba por allí y mientras me explicaba los motivos yo seguí andando en su misma dirección. Como era un poco pronto insinué que podríamos ir a tomar un café, lo que para mi sorpresa aceptó. Propuso hablar con su hermana para advertirla que llegaría un poco más tarde ya que se iba a entretener en el camino. Se acercó hasta casa de su hermana para dejarla el recado y volver justo después. Yo la esperé en el portal durante los 5 minutos que tardó. Me explicó que podíamos tomar tranquilamente el café porque habían dejado la compra para otro día. Todo ésto eran sorpresas para mí ya que esperaba todo al revés. Tomamos café, dimos un paseo y la propuse entrar a un cine que encontramos en el camino. Antes de las 9 estábamos de vuelta ya que había quedado para cenar. Cuando nos despedimos la propuse si podría salir al día siguiente, domingo. Quedamos para las 4 de la tarde nuevamente y fue muy puntual. Así fuimos quedando un día tras otro. El lunes fui a trabajar y me saludó normalmente, como un día cualquiera.
Muchos días al salir de trabajar me estaba esperando mientras hablaba con su hermana y su cuñado, sin ningún comentario y dándome un trato familiar. Fui conociendo a la familia poco a poco.
A los pocos días de salir la noté algo vigilante o extraña. La pregunté qué le pasaba y me contó qué tenía un hermano mayor que siempre le estaba dando la lata. Por ejemplo, que tuviese mucho cuidado con los amigos y que no debía de fiarse de ninguno. Yo tenía miedo de que nos hubiese visto y la sermonease al respecto. Así que al día siguiente, sin decir nada a nadie, fui a hablar con él y dándole todas las explicaciones pertinentes quedó también conforme. Todo se aclaró y quedamos como amigos para siempre. Desde entonces me trató casi como un hermano.
Fuimos 7 años novios, cada día estaba más enamorado y para mi sorpresa cada día estaba más guapa y más mujer, teniendo en cuenta que cuando la conocí ella tenía 15 años, de lo que yo no me enteré hasta que cumplió los 16. Nos casamos cuando ella tenía 22 años. Era una mujer en todos los sentidos, yo la adoraba. La he querido con toda mi alma y nos hemos llevado tan bien que nuestras hijas nunca nos han visto regañar ni enfadarnos por ningún motivo.
Ya han pasado muchos años, yo tengo 96 años y mi esposa 92, pero el fin de nuestros días no han sido tan felices. Mi esposa lleva 21 años enferma. Se puede decir que se nos ha partido la vida. Yo la sigo adorando y la quiero con todo el alma. Ella en su mundo, quizá alguna vez se acuerde de quién soy yo y de todos los años en los que nos quisimos tanto.
Piense cuando lo lea que tengo que retirarme para no mojar el papel. Son mis lágrimas.
Firmado: Manuel